BREVE HISTORIA
Posted on 8:17 by Francisco Gordillo Chalóns
Las condiciones naturales de Asturias, una región montañosa y abrupta, de comunicaciones difíciles hasta el siglo XX ha sido una circunstancia de doble filo para el asturcón. Por una parte protegió la pureza racial, impidiendo cruces que le hicieran perder las señas de identidad, pero, por otra, limitó su divulgación y salida al exterior, pese a las enormes virtudes que atesora.
Las condiciones naturales han favorecido el desarrollo de algunas de las singularidades de la especie. Es el caso, por ejemplo, de lo que se llama popularmente el "corro" que denomina la formación de manadas de asturcones.
El origen de esa denominación se debe a la actitud colectiva de los caballos frente al ataque y el hostigamiento que han sufrido históricamente de los lobos. Las manadas sueltas por los profundos valles o las intrincadas montañas han ido adaptándose al medio y a los peligros externos. De ese modo el grupo de asturcones se situa en círculo con las grupas hacia el interior del mismo y las cabezas hacía el exterior. Así defienden mediante manotazos, a sus crías protegidas en el interior del "corru".
Con la llegada de la primavera se producen los alumbramientos de los nuevos potros. Despues de una gestación de once meses, entre ellos los de invierno, las yeguas que van a parir se separan del corru y buscan un lugar protegido y tranquilo en el que tumbarse. Allí nace el nuevo asturcón tras un momento mágico que apenas dura unos minutos y que siempre se produce durante la noche. Es así como la yegua reduce sustancialmente la posibilidad de ser descubierta por alguno de sus enemigos.
A diferencia de otros animales, los potros se desarrollan muy rapidamente, hasta el extremo que pocas horas después de ver la luz ya pueden trotar al lado de la yegua.
Nueve días después del parto, las yeguas entran en celo, llegando a criar con frecuencia hasta los veinticinco años de vida, lo que nos ofrece un testimonio rotundo de su fortaleza.
La mecanización paulatina introducida a partir del siglo XIX acaba por sustituir al caballo tradicional por el caballo de vapor en las granjas, los transportes, las industrias. Su sustitución en pequeñas tareas es progresiva e irremediable.
En el caso del asturcón, hechos aislados, como la guerra civil española -durante ella fueron abatidos en masa para aprovechar su carne-, significaron su arrinconamiento casi definitivo. Al borde del abismo durante este siglo, a finales de los años 70, resisten tan solo unos cuarenta ejemplares. La situación es crítica.
El impulso de la conciencia ecologista de los años 80, precedida por las iniciativas particulares como las de Oscar Fernández que preservó una yeguada en los montes del Sueve, frente a los ataques de todo tipo que sufria la raza. El esfuerzo en el mismo sentido de organizaciones emergentes, como la Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza (ANA), logró frenar a tiempo la vertiginosa caída del poni que llevaba camino de convertirse en una desaparición cierta. Su recuperación es hoy un éxito. La Asociacción de Criadores de Ponis de Raza Asturcón (ACPRA) legitima con su actividad el renacimiento de este poni.
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